En los últimos meses, la protección frente al coronavirus, nos ha llevado a dañar las barreras naturales en nuestras manos por el uso excesivo de los geles hidroalcohólicos.

Con el paso del tiempo nos hemos acostumbrado al uso de los geles hidroalcohólicos; los encontramos a la entrada de tiendas, restaurantes, hospitales… y solemos llegar algún pequeño bote en nuestro bolso para desinfectarnos las manos cuando tocamos superficies que pueden estar contaminadas.

Esta rutina de la constante desinfección de las manos está castigando nuestra piel, pues las observamos más secas e irritadas que antes de la pandemia, por la gran cantidad de hidrogeles que utilizamos a diario.

Los geles hidroalcohólicos están elaborados básicamente con alcohol y por eso cumplen a la perfección su función desinfectante. Pero así como nos pueden proteger del coronavirus, el uso continuado hace que se pierdan los lípidos de la piel, una capa que nos protege de agentes externos. Para contrarrestar este problema debemos cuidar nuestras manos hidratándolas más a menudo con cremas reparadoras e hidratantes, pues podemos provocarnos una dermatitis irritativa con el uso excesivo de estos geles.

El uso de los geles hemos de evitarlo principalmente en la playa o lugares donde estemos más expuestos al sol. El alto porcentaje de alcohol, junto a la luz solar, podría ocasionar quemaduras en la piel. Esta pasada primavera hemos tenido un período de baja o nula exposición al aire libre por el período de confinamiento como consecuencia de la pandemia y nuestra piel no se ha preparado bien para la exposición continuada a sol. Otra recomendación en la que estamos incidiendo los dermatólogos, es el uso de cremas solares, imprescindibles en este tiempo de verano, pero más que nunca este año en el que nuestra piel ha estado menos habituada a la exposición solar.