La crioterapia es un tratamiento que se utiliza para congelar tejido con el objetivo de destruir las células anormales de la piel. Aplicamos nitrógeno líquido, que se encuentra muy frío (-196 grados), de forma controlada y localizada para no dañar al tejido sano de alrededor de la lesión. Tras la aplicación, la zona tratada se inflama y se enrojece, pudiendo aparecer una ampolla en la zona. Con el paso de los días, la inflamación y la ampolla van reduciéndose de forma progresiva, transformándose en una costra que terminará cayendo por sí misma (insisto siempre en dejar caer sola sin manipular).
El procedimiento lo realizamos en la consulta, y a veces podemos colocar algo de anestesia en la zona para evitar las molestias de la congelación (aunque en la mayoría de los casos no es necesario).
La crioterapia o criocirugía tiene usos diversos, principalmente lo empleamos para:
- Tratamiento de verrugas o lesiones benignas como queratosis seborreicas. Es uno de los usos más habituales.
- Destruir lesiones cutáneas precancerosas (queratosis actínicas).
- Para tratar algunos cánceres de piel. Es menos habitual, pero también se utiliza a veces (carcinoma basocelular superficial, enfermedad de Bowen…).
Se trata de un procedimiento sencillo, que no necesita ningún cuidado previo ni tampoco cuidados especiales tras realizar la crioterapia; algunas veces, recomendamos aplicar un antiséptico para evitar que se infecte, ya que la herida tarda entre 2 y 4 semanas en curar.
La costra formada acaba despegándose entre 1 y 3 semanas después; no es necesario tapar la lesión, sólo debe hacerse cuando existe roce con la ropa.
Es imprescindible la aplicación de protección solar en la zona de la herida para evitar una posible pigmentación en las 2 y 4 semanas posteriores al desprendimiento de la costra.